Ciudad de México, Agosto 2017.- En el marco de la renegociación y renovación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), celebrado entre Canadá, Estados Unidos y México hace 23 años, ha sido colocado en el centro de las mesas de discusión el sector de telecomunicaciones, mismo que en estas casi dos décadas ha registrado avances trascendentales que han resultado en su creciente transversalidad en la actividad económica, desarrollo y convivencia social. De ahí, su relevancia e inclusión en la revisión y actualización de este acuerdo comercial.
Previo al inicio de las negociaciones el gobierno de Estados Unidos hizo público un documento titulado “Resumen de los Objetivos de la Renegociación del TLCAN” (https://goo.gl/Ap3U6Y) en el que incorpora en su capitulado un apartado específico para la industria de telecomunicaciones.
En torno esta materia se manifiestan tres aspectos básicos: la necesidad de promover la competencia efectiva a través de contar con una regulación transparente y un regulador independiente, asegurar el acceso a recursos de red en condiciones razonables a partir de la interconexión y acceso a instalaciones y recursos escasos, así como establecer medidas de protección a la elección tecnológica de los proveedores de telecomunicaciones.
En los dos primeros objetivos se deja ver la intención y búsqueda de generación de condiciones competitivas en el mercado de telecomunicaciones en México, escenario que desde la perspectiva estadounidense no se han alcanzado y que incluso se ha indicado por los agentes económicos que participan en la industria local como en la de nuestro vecino del norte.
Bajo estas manifestaciones, se identifica que el objetivo central de esta renegociación en telecomunicaciones consiste en la homologación de condiciones de operación para las empresas que proveen servicios en los países suscritos. Hoy en día no es factible dar testimonio de esta homologación con las condiciones actuales de competencia (más bien de persistente concentración de mercado) y de regulación competitiva que ha resultado ineficaz para reducir la excesiva participación de mercado del agente económico preponderante.
A todas luces, resulta relevante que en esta ocasión no sea un ente local el que señale estas deficiencias en la operación de las telecomunicaciones de México y que más bien sea un Estado con conocida experiencia en la gestación de competencia efectiva y acceso universal a las telecomunicaciones que sin lugar a duda, se constituye como un referente para el mundo y por supuesto para México.
En este sentido, es absurdo continuar con condiciones tan dispares como marco de partida para alcanzar la renovación de un acuerdo comercial tan complejo como lo es el TLCAN. Toca a los negociadores del tratado incorporar la estrategia para abandonar este escenario y transitar a uno de nivelación del terreno competitivo, empoderamiento de los competidores y consumidores, así como de plena autonomía y eficacia del órgano regulador.
Una vez definidas las bases para que ello sea posible, es tarea precisamente de este último, la definición e instrumentación efectiva de los mecanismos en el corto plazo, no sólo para acelerar la materialización de su cometido, sino también para prevenir la generación de un mayor desbalance de condiciones sectoriales entre los países signatarios. Puesto que la realidad es que el mercado estadounidense además de ser uno de los más desarrollados en el mundo, es uno de los más dinámicos en términos de operación competitiva y gestación de nuevos modelos de negocio.