La propia historia del término “estilo de vida” nos hace pensar a muchos directamente en un “estilo de vida saludable”. Este término acuñado por primera vez por el psicoterapeuta austriaco, Alfred Alder en 1929, estilo de vida, originalmente denotaba “un patrón de reacciones y comportamiento que se establece en la infancia y sigue siendo característico de un individuo.”
Hoy más que nunca, nos enfrentamos los seres humanos, a la búsqueda de vivir y no únicamente sobrevivir. Hay una frase de Mario Moreno, Cantinflas, que claramente denota la importancia de ello: “La primera obligación del hombre es ser feliz, y la segunda, hacer feliz a los demás.” En el camino para lograr un estilo de vida saludable, debemos priorizar buenas decisiones en aspectos biológicos, psicológicos, sociales y espirituales de nuestro existir.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) es autoridad en el tema de conceptualizar este estado en la humanidad. Su definición es clara y muy completa, un estilo de vida saludable, “es aquel en el que se mantiene una armonía y equilibrio en la dieta alimentaria, actividad o ejercicio físico, vida sexual sana, conducción segura, manejo del estrés, capacidad intelectual, recreación (sobre todo al aire libre) descanso, higiene, paz espiritual, buenas relaciones interpersonales, así́ como también la relación con nuestro entorno, entre otras”.
Desde la perspectiva biológica, y el punto de vista científico, así como de diversos estudios de investigación, un estilo de vida más saludable, se asocia directamente a prevenir y reducir riesgo de adquirir enfermedades crónico degenerativas, como cáncer, enfermedades cardiovasculares y diabetes; así como de la disminución de la mortalidad, con un aumento de la esperanza de vida total y el número de años de vida libre de estas enfermedades.
De esta forma debemos reflexionar, que sin duda es maravilloso que la expectativa de vida aumente, gracias a los avances científicos, pero lo ideal es que vaya de la mano, con el envejecimiento saludable. Esto implica, que el ser humano en su etapa de adulto mayor logre tener independencia en todos los sentidos y mejor calidad de vida; gracias a las buenas decisiones y el estilo de vida saludable construido desde etapas tempranas, incluso desde la niñez.
La Asociación Americana del Corazón, menciona la tendencia al “Be Well” o Bienestar y nos hace el cuestionamiento de cómo queremos vivir. Además de comer bien y estar activo, dentro de sus recomendaciones para tener una buena salud establece que: hay que dormir lo suficiente (con calidad de sueño), practicar la atención plena (movimiento mindfulness), manejar el estrés, mantener la mente y el cuerpo en forma y conectarnos socialmente como seres humanos.
Tomar decisiones positivas significa tener cambios de hábitos saludables y permanentes. Muchas son las perspectivas de lo que implica tener un estilo de vida saludable, para mí conllevaría: una dieta correcta, suplementación personalizada, descanso efectivo, realización de actividad física, hidratación valorando el agua natural y por supuesto, practicar la gratitud y ser feliz.
Por Marien Garza, miembro del consejo consultor de nutriólogos de Herbalife Nutrition.