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Las Vision Pro con M5: cuando Apple parece haber perdido la brújula

Hace más de un año, cuando tuve la oportunidad de probar las Vision Pro por primera vez, las describí como ‘un potencial increíble en un producto imperfecto’. Hoy, con el anuncio de las Vision Pro equipadas con el nuevo chip M5, esa sensación regresa, pero con un sabor más amargo. La imperfección sigue presente, el potencial continúa latente, pero algo fundamental ha cambiado: Apple parece haber perdido la fe en su propia visión del futuro.

Esta llamada ‘segunda generación’ no representa una evolución significativa. El cambio principal se reduce al procesador M5, algunas mejoras menores en los paneles y una nueva cinta opcional. Cuando Apple actualiza un producto cambiando únicamente el chip, está enviando un mensaje claro: este dispositivo ha entrado en modo mantenimiento. No es algo necesariamente permanente -recordemos lo que sucedió con el Mac mini antes de su rediseño o con los AirPods antes de la llegada de los Pro- pero sí indica una fase de estancamiento que se está prolongando más de lo esperado.

Han transcurrido 28 meses desde aquel anuncio original en junio de 2023, cuando Tim Cook habló con grandilocuencia sobre ‘el inicio de una nueva era de computación espacial’. Sin embargo, esta nueva era parece haberse atascado en su primer acto. El problema de Apple con las Vision Pro es doble: por un lado, la compañía tiene planes para más productos de realidad mixta y aumentada, pero estos no llegarán a corto plazo; por otro, el resultado es este limbo extraño donde un producto recibe actualizaciones suficientes para parecer vivo, pero insuficientes para realmente prosperar.

La propia página web de Apple prioriza en su portada a los otros lanzamientos del día -MacBook Pro e iPad Pro- e incluso al iPhone 17 Pro Max anunciado hace cinco semanas. Las nuevas Vision Pro quedan relegadas a un rincón, como si la compañía misma dudara de su importancia. El salto del chip M2 al M5 aporta media hora adicional de batería y 20 Hz extra en la tasa de refresco, mejoras marginales que cualquier iPhone recibe anualmente. Para un producto presentado como revolucionario, esto equivale a un reconocimiento implícito de que la revolución se ha estancado.

Los problemas fundamentales -el peso excesivo, el aislamiento social que genera su uso, la ausencia de casos de uso claros y convincentes, y sobre todo el precio prohibitivo- permanecen intactos. Apple está aplicando curitas a una herida que requiere cirugía mayor. Mientras tanto, en el mercado global surgen alternativas como las Vision Pro chinas que, aunque con limitaciones, ofrecen experiencias similares por una fracción del costo. Esta actualización con el chip M5 parece más una pantomima de normalidad que oculta mal la perplejidad interna en Cupertino. La pregunta que queda flotando en el aire es si Apple realmente cree todavía en su propia visión o si simplemente está esperando a que el mercado esté listo para algo que quizás llegó demasiado pronto.