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Las migraciones de ballenas y delfines amenazadas por el cambio climático

two killer whales swimming in the ocean
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El mundo submarino, lleno de majestuosos seres, enfrenta retos cada vez más grandes debido al cambio climático. Desde tiempos inmemoriales, las ballenas más enormes como las jorobadas, los rorcuales y las azules han navegado por el océano, siguiendo rutas migratorias que las llevan desde cálidos mares tropicales hasta zonas polares ricas en nutrientes. Sin embargo, estos viajes épicos están en peligro, según advierte Trisha Atwood, ecóloga y profesora asociada en la Universidad Estatal de Utah, quien apunta que las señales naturales que guían estas travesías están siendo alteradas por las condiciones cambiantes del clima.

A principios de este año, más de 70 científicos se reunieron en un taller convocado por la Convención de las Naciones Unidas sobre la Conservación de las Especies Migratorias de Animales Silvestres para evaluar la situación global de las especies migratorias frente al cambio climático. Las revelaciones de la reunión, publicadas recientemente, son preocupantes. Atwood destacó que prácticamente ninguna especie migratoria se libra de los efectos del cambio climático. Ballenas, delfines, aves del Ártico y elefantes enfrentan desafíos monumentales como el aumento de temperaturas, climas extremos y ecosistemas que se transforman rápidamente. Por ejemplo, los elefantes asiáticos se ven obligados a ascender a terrenos más altos y acercarse a asentamientos humanos, provocando enfrentamientos debido a la escasez de alimentos y agua durante las sequías en aumento.

El impacto del cambio climático no se limita a estos gigantes terrestres y acuáticos. Las aves playeras llegan a sus destinos de reproducción en el Ártico desfasadas de los brotes de insectos, los cuales son cruciales para la supervivencia de sus crías. Por otro lado, pastos marinos que sirven de alimento a tortugas marinas y dugongos están desapareciendo debido al aumento de las temperaturas del agua, junto con ciclones y el creciente nivel del mar. Un alarmante 30% de las praderas submarinas del mundo ya se ha perdido. La consecuencia no afecta solo a los animales que dependen de ellas, sino también a los humanos, ya que estos ecosistemas vitales almacenan alrededor del 20% del carbono oceánico del mundo, además de sustentar pesquerías y proteger costas.

Ante este sombrío panorama, la humanidad enfrenta una gran responsabilidad y un llamado a la acción. La pérdida de especies migratorias y sus hábitats es una clara señal de que nuestro planeta necesita cuidados urgentes y un enfoque colaborativo para mitigar el impacto del cambio climático. Como cuidadores del planeta, debemos esforzarnos por implementar soluciones sostenibles que coexistan con la naturaleza, preservando la riqueza de nuestros ecosistemas para las futuras generaciones.