En un rincón del mundo donde la esperanza parece un espejismo, surge una pregunta que duele: ¿es realmente una tregua o solo una dolorosa ilusión? En Gaza, la promesa de paz se desvanece con cada amanecer, mientras la realidad de un conflicto persistente nos obliga a mirar de frente un escenario de sufrimiento humano incesante.
Lejos de la calma esperada, el 29 de octubre fue un día devastador en Gaza, con el ejército israelí cobrando la vida de 104 palestinos, 46 de ellos niños. Esta escalada, ordenada por el primer ministro Benjamín Netanyahu, se justificó como respuesta a la devolución de restos humanos por Hamás. Sin embargo, Gennaro Giudetti, un cooperante de la ONU, dibuja un panorama muy distinto. Él enfatiza que Israel controla el 55% de la Franja y sus fuerzas permanecen dentro de Gaza, empleando no solo ataques aéreos, sino también francotiradores, tanques y drones. Giudetti sugiere que el término ‘tregua’ es engañoso, siendo más una ‘pausa’ táctica. Desde el 10 de octubre, día de inicio del acuerdo, se han documentado 125 violaciones israelíes y 200 muertes palestinas en solo 20 días.
La crisis humanitaria en Gaza es alarmante y se agrava diariamente. A pesar de los acuerdos, el flujo de ayuda vital es críticamente insuficiente. La ONU estimó 600 camiones diarios para evitar la hambruna, pero Israel redujo la cifra a 300, y el paso de Rafah sigue cerrado. Giudetti revela que no solo se restringe la cantidad, sino también el tipo de ayuda: prótesis infantiles, leche en polvo, respiradores, anestesia y antibióticos son bloqueados bajo la etiqueta de “doble uso”. “La gente también muere de dolor”, lamenta. La Franja está en ruinas; el 95% del territorio es inhabitable. La población, desplazada a la playa o carreteras, vive en tiendas, sin hogares.
En este contexto desolador, Hamás ha liberado 20 rehenes vivos y los restos de otros 15, a cambio de unos 2,000 prisioneros palestinos. La recuperación de cuerpos en un paisaje devastado es una labor casi imposible. Giudetti explica: “Todo está bombardeado, arrasado. Hay que excavar bajo los escombros con excavadoras”. La cifra de víctimas es desgarradora: al menos 67,967 palestinos han muerto desde octubre de 2023, y más de la mitad son mujeres y niños. Es una tragedia donde los más pequeños pagan el precio más alto. La administración estadounidense, en aquel momento, mantuvo su apoyo a Israel, restando importancia a Hamás. Para los cooperantes en el terreno, la tan “cacareada paz” es solo una etiqueta vacía, una palabra sin fin en la realidad.
La realidad en Gaza es una historia de supervivencia en un entorno devastado, lejos de cualquier tregua significativa. Los testimonios de quienes están en el terreno nos recuerdan que, detrás de los comunicados políticos, existe un sufrimiento humano inmenso y una necesidad urgente de un cambio real. Es un llamado a la conciencia global sobre el verdadero significado de la paz cuando la violencia nunca cesa y la ayuda humanitaria es una quimera. La pregunta resuena: ¿hasta cuándo seguirá esta dolorosa ilusión?

