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La Tierra no está en calma: una geóloga nos explica por qué los desastres naturales nos toman por sorpresa

cracks on earth surface
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¿Alguna vez te has preguntado cómo es posible que una erupción volcánica al otro lado del mundo pueda provocar un ‘año sin verano’? ¿O por qué un terremoto aparentemente pequeño puede arrasar una ciudad completa mientras otro de mayor magnitud pasa casi desapercibido? La respuesta, según la geóloga Rosa María Mateos, no siempre está en la fuerza del fenómeno natural, sino en el lugar donde ocurre, en la cantidad de personas expuestas y en cómo gestionamos el riesgo. Comprender esta realidad no es solo cuestión de ciencia: es aprender a ver nuestro planeta con ojos completamente nuevos.

En una fascinante entrevista para el programa ‘Ciencia y aparte’, la experta nos lleva por un recorrido que desafía nuestras percepciones sobre los desastres naturales. Rosa explica que la pregunta sobre cuál es el desastre más peligroso no tiene una respuesta única: ‘Depende completamente de dónde te encuentres y dónde vivas’. No es lo mismo vivir en zonas volcánicas como Canarias, donde la probabilidad de una erupción es real, que en Madrid, donde esa posibilidad es prácticamente cero. La peligrosidad cambia con el mapa, y entenderla requiere estudiar la geología de cada lugar antes que su historia. La geóloga nos recuerda eventos que marcaron la historia de la Tierra, como la erupción del volcán Toba en Indonesia hace 74.000 años, que estuvo a punto de borrar a nuestra especie del planeta.

Uno de los conceptos más reveladores que comparte Rosa es la diferencia crucial entre peligrosidad y riesgo. Los geólogos distinguen claramente entre estos dos términos que muchas veces confundimos. La peligrosidad se refiere a la probabilidad de que ocurra un fenómeno natural en un lugar determinado, mientras que el riesgo considera la exposición de personas y bienes a esa amenaza. Esto explica por qué un terremoto de magnitud moderada en una zona densamente poblada puede ser más devastador que uno de mayor intensidad en un área deshabitada. La escala logarítmica de medición de terremotos también juega un papel importante: un sismo de magnitud 4 no es el doble de fuerte que uno de 2, sino exponencialmente más potente, liberando mucha más energía con cada punto que aumenta en la escala.

La conversación con Rosa María Mateos nos deja una reflexión poderosa: aunque no podemos evitar que ocurran los fenómenos naturales, sí podemos reducir significativamente sus efectos devastadores. A través de la observación científica, el conocimiento geológico y la planificación adecuada, podemos anticipar riesgos y aprender a convivir mejor con las fuerzas de nuestro planeta. Cada desastre histórico, como el terremoto de Lisboa de 1755 que envió olas hasta las costas de Finlandia, nos ha enseñado lecciones valiosas sobre cómo prepararnos mejor. Esta charla nos invita a seguir aprendiendo sobre el mundo que habitamos, recordándonos que el verdadero poder no está en controlar la naturaleza, sino en entenderla para protegernos mejor.