En el vasto y cambiante panorama de la tecnología y el progreso, pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre las promesas hechas por las plataformas digitales. La promesa de un futuro mejor suele estar acompañada por un ciclo insidioso de seducción, captura y extracción, un fenómeno que algunos han denominado ‘enshitificación’. Este término captura la esencia de cómo el valor prometido por las grandes corporaciones se diluye, dejando en su lugar una dinámica de explotación disfrazada de progreso.
El viaje de la enshitificación comienza con una fase de seducción, donde plataformas como Facebook, Amazon o Uber nos atraen con beneficios suculentos. Con el tiempo, el encanto inicial desaparece y emerge un modelo de negocio que prioriza sus propios intereses sobre los de sus usuarios. Lo que inició como un servicio accesible y excitante se transforma en un sistema donde el usuario se convierte en el producto, subyugado por la dependencia creada por estas plataformas.
Este patrón se repite no solo en el ámbito digital, sino también en instituciones como la educación y la sanidad. Lo que en un momento se presentó como accesible para todos, ahora se destina a unos pocos privilegiados. Incluso el concepto de democracia ha ido evolucionando, diluyendo poco a poco sus principios fundamentales. Esto nos lleva a cuestionar si el progreso que tanto pregonamos es genuino o simplemente una fachada para un ciclo continuo de extracción de valor.
Al llegar a la fase de extracción, nos enfrentamos con la cruda realidad de un capitalismo zombi que continúa extrayendo sin aportar, afectando el bienestar presente y comprometiendo el futuro. Esta situación nos invita a reflexionar profundamente sobre el tipo de progreso que queremos, si es que podemos llamarlo así. La necesidad de reevaluar y redirigir nuestros esfuerzos hacia un desarrollo verdaderamente inclusivo y sostenible se vuelve más urgente que nunca. Solo al reconocer y desafiar estos patrones, podemos aspirar a un futuro diferente, donde el progreso no sea una ilusión, sino una realidad compartida y equitativa.

