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El futuro del cemento: ¿por qué los jóvenes ya no eligen la construcción?

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¿Qué onda, banda? Hoy nos echaremos un clavado en un tema que, aunque no parezca, ¡está súper interesante y nos afecta a todos! Imagínense que, por un lado, necesitamos más edificios, más infraestructuras, en fin, más construcción. Pero, por el otro, ¡no hay gente que quiera chambear en esto! Sí, así como lo leen. El sector de la construcción, un pilar de la economía, está sufriendo la de Caín para encontrar manos jóvenes que le echen ganas. Es un relajo que merece nuestra atención, especialmente en países como España, donde esta situación se ha puesto bien intensa.

La verdad es que este no es un problema nuevo. Después de la crisis económica de 2008, el sector de la construcción en España perdió a casi un millón de trabajadores, y esos puestos nunca se recuperaron del todo. Desde entonces, los empresarios no se cansan de quejarse: la juventud simplemente no le entra al rollo del albañil. Esto ha llevado a que la fuerza laboral esté envejeciendo a marchas forzadas. Los datos no mienten: ¡hay unos 149,000 trabajadores de la construcción en España que tienen más de 60 años, mientras que apenas 164,000 son menores de 30! Un estudio reciente del Banco de España confirmó el diagnóstico: la falta de mano de obra ya está limitando la actividad de muchas empresas, siendo la construcción uno de los sectores más afectados. No está cañón, ¿verdad?

Pero, ¿por qué los chavos no quieren “el ladrillo”? José Luis Ruiz, un encargado de obra con 62 años en Zaragoza, le compartió a un medio español una perspectiva bien valiosa. Él recuerda que hace años, los sueldos en la construcción eran un gran imán, incluso mejores que muchos trabajos de oficina. ¡Imagínense! Pero hoy, la historia es otra. “Hay gente trabajando en la construcción por 1,100 y 1,200 euros”, explica José Luis. Y eso, con el alto costo de la vida actual, simplemente ya no da para mucho. Además, no es un secreto que la chamba en construcción es pesada y demanda mucho esfuerzo físico. Si a esto le sumamos que, irónicamente, los trabajadores construyen casas que ellos mismos difícilmente podrían comprarse, la cosa se pone peor. Es un ciclo que desincentiva a cualquiera, por más ganas que le eche. Parece que ese “estímulo” de antes, ya se nos fue. Mientras tanto, la brecha salarial con los puestos de encargado sigue siendo alta, aumentando la disparidad generacional.

Y, ¿quién le está poniendo el hombro a esta situación? En gran parte, la población migrante. Entre 2019 y 2024, una buena parte de los nuevos empleos en España han sido ocupados por personas nacidas fuera del país, especialmente en sectores con escasez de mano de obra como la construcción. Pero, ojo, esto no significa que las condiciones laborales sean la onda. Muchas de estas personas se ven obligadas a trabajar en estos sectores por necesidad, a veces porque no pueden homologar sus estudios o simplemente porque necesitan subsistir en un país nuevo, lejos de su familia. No es por vocación, sino por la urgencia de encontrar un sustento. El propio José Luis comenta que muchos de estos trabajadores, aunque le echan muchas ganas, no siempre tienen la preparación necesaria, lo que añade otro nivel de complejidad a la calidad y eficiencia del trabajo.

Entonces, ¿qué hacemos? La construcción es vital para el desarrollo de cualquier país. Este dilema nos invita a reflexionar sobre cómo podemos hacer que estos trabajos vuelvan a ser atractivos. Necesitamos ir más allá del “no hay jóvenes que quieran chambear” y pensar en mejores salarios, condiciones dignas, programas de capacitación efectivos y, por qué no, cambiar la percepción social de este oficio tan importante. Ponerse las pilas es urgente para que el sector no se nos caiga a pedazos y para que las nuevas generaciones vean en el casco y la pala una opción de vida profesional prometedora y bien remunerada. ¡Es un reto que vale la pena enfrentar!