En la actualidad, China enfrenta un desafío demográfico importante: una población envejeciente y una disminución de la fuerza laboral joven. Esto ha llevado al gobierno a impulsar la participación de personas mayores en el mercado laboral, pero este objetivo se enfrenta a un obstáculo significativo: la discriminación por edad, o edadismo. La situación es preocupante, pues muchos chinos reportan ser discriminados a partir de los 35 años, un fenómeno conocido como la “maldición de los 35”.
Este problema se manifiesta de diversas maneras. Personas mayores que llegan a ciudades como Pekín en busca de trabajo se encuentran con dificultades para encontrar empleo, a menudo tachados de “demasiado viejos” o “demasiado incultos”. La competencia es feroz, y muchos se ven obligados a esperar en la madrugada para conseguir trabajos temporales, a menudo extenuantes y mal pagados, como verter concreto, envasar bebidas o limpiar edificios. Esta situación contrasta fuertemente con la imagen de China como un motor económico global, basado en largas jornadas laborales y un crecimiento constante. La crisis económica actual, con un mercado inmobiliario en declive y fábricas que buscan trabajadores más jóvenes y especializados, solo empeora las cosas.
El edadismo no se limita a los trabajadores manuales. Millennials en diversos sectores reportan que sus habilidades empiezan a ser cuestionadas a partir de los 35 años. Muchas ofertas de trabajo, incluso en el sector público, especifican explícitamente un límite de edad de 35 años. Esto refleja una cultura laboral que, a pesar del envejecimiento de la población, aún prioriza la juventud y percibe a los trabajadores mayores como menos productivos o adaptables, una percepción que, como vemos, muchas veces no se ajusta a la realidad. El sistema de pensiones chino, también en riesgo, añade presión a la situación, pues muchos trabajadores se ven obligados a continuar trabajando más allá de la edad de jubilación.
En conclusión, el problema del edadismo en China es un reflejo de un cambio demográfico y económico profundo. La solución requiere un enfoque multifacético, que incluya reformas al sistema de pensiones, políticas para promover la inclusión de trabajadores mayores, y una lucha cultural contra los prejuicios de edad en el mercado laboral. Es crucial reconocer la valiosa experiencia y conocimientos de los trabajadores mayores y fomentar un ambiente laboral que valore la diversidad de edades y experiencias.

