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La oreja de van gogh: más que música, una empresa con ritmo

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¡Qué onda, gente! Si andas pendiente del mundo musical, seguro ya te enteraste del chismecito que tiene a todos hablando: el tan esperado regreso de Amaia Montero a La Oreja de Van Gogh. Después de años, verla de nuevo con la banda original es pura buena onda para muchos fans. Pero, ¿qué crees? Detrás de esa ola de nostalgia y reencuentro, hay una historia que va más allá de las notas musicales. Hoy vamos a echarle un vistazo al lado menos visible de esta reunión: el empresarial y financiero.

La verdad es que este regreso no ha estado exento de su buena dosis de polémica. Primero, la salida de Leire Martínez después de 17 años al frente, en medio de un mar de rumores, dejó a muchos con preguntas. Luego, el anuncio de que Pablo Benegas, el talentoso guitarrista y compositor de tantos éxitos, tampoco seguirá, cambió aún más la dinámica. Pero si rascamos un poquito más, nos damos cuenta de que La Oreja de Van Gogh no es solo un grupo de música. Es, en toda la extensión de la palabra, una empresa bien establecida. Desde sus inicios, los cinco miembros originales fundaron “La Oreja de Van Gogh SL”, una Sociedad Limitada donde cada quien tiene un 20% de participación. Imagínense, en 2022, ¡sus activos estaban valorados en cerca de 2.9 millones de euros! Esto les ha permitido mantener ingresos constantes, incluso en tiempos sin giras ni lanzamientos, una estrategia financiera de lujo que asegura el bienestar de sus socios.

Y hablando de finanzas sólidas, Amaia Montero no se queda atrás. Contrario a lo que algunos podrían pensar, su regreso no parece estar impulsado por una necesidad económica urgente. De hecho, ha pasado alrededor de siete años alejada de los escenarios y los nuevos discos, simplemente porque no le hacía falta. Amaia tiene su propia empresa, “Poquito a Poco SL”, que en 2023 facturó más de 2.3 millones de euros y tiene activos valorados en 3.7 millones. ¿Cómo le hace? Pues con unas inversiones inmobiliarias súper inteligentes. Tiene propiedades en Madrid, una nave industrial y varios terrenos, lo que le ha permitido mantener un capital económico fuerte y con la frente en alto. Entonces, si no es por dinero, ¿qué motiva este regreso? El atractivo de una gira mundial para 2026, que ya está siendo un éxito rotundo, es innegable. La expectativa y el potencial de ingresos adicionales por ventas, conciertos y publicidad son, sin duda, un caramelo muy dulce.

Así que, mientras disfrutamos del reencuentro y esperamos esa gira que promete ser épica, es interesante ver cómo la música y los negocios pueden ir de la mano. La Oreja de Van Gogh nos muestra que una buena administración y una visión empresarial clara pueden asegurar la longevidad de un proyecto, más allá de las tendencias musicales. Es una lección de cómo una banda puede ser tanto una expresión artística como una entidad económica robusta, permitiendo a sus integrantes tomar decisiones, como un regreso tan esperado, no solo por necesidad, sino por el placer de la música y el reencuentro con sus fans. ¡Pura buena onda!