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55% de los mexicanos teme que los aranceles afecten su economía y ya está cambiando sus hábitos de consumo: NielsenIQ

close up shot of mexican bills
Photo by Jorge Romero on Pexels.com

Para la mayoría de los mexicanos, la discusión sobre aranceles y boicots a productos importados ocurre a la distancia, entre titulares y debates que pocos siguen de cerca. Sin embargo, aunque la comprensión del tema es limitada, la inquietud que genera ya se traduce en cambios concretos en los hábitos de consumo. Es la percepción, más que los datos duros, la que está impulsando una transformación silenciosa, pero profunda en la forma de comprar.
 

De acuerdo con el estudio “Termómetro de aranceles: cómo los mexicanos responden a los aranceles impuestos por los Estados Unidos”, recientemente realizada por NielsenIQ (NIQ), empresa líder en inteligencia del consumidor, tan solo el 22% de los mexicanos asegura saber realmente de qué se trata el tema de los aranceles a productos importados; mientras que, un 44% reconoce haber escuchado algo sin mucho conocimiento y un 34% ni siquiera ha oído hablar del asunto. La desconexión es todavía mayor respecto a los llamados a boicot de marcas extranjeras: un 82% afirma no haber escuchado nada al respecto.
 

Pero la desinformación no es sinónimo de desinterés, por el contrario: la preocupación es palpable. Entre quienes han oído hablar del tema de los aranceles, más de la mitad, un 55%, dice estar muy preocupado por el impacto en su economía familiar este año; por otro lado, el 29% se muestra algo preocupado. Aunque la inflación general se ha moderado respecto a 2024, con incrementos más bajos en promedio, el consumidor siente el golpe en su presupuesto.
 

Y no es solo sensación: es una narrativa que ya guía decisiones de compra. Cuatro de cada diez mexicanos perciben que los aranceles están afectando en alguna medida los precios de los productos que compran con regularidad. Un 36% va más allá y asegura que el impacto ha sido “mucho”. Los datos señalan que los alimentos básicos son la categoría donde más personas perciben aumentos: 64% de los encuestados reporta haber notado alzas en estos productos. En un empate, 12% menciona haber notado incrementos en productos del hogar y en bebidas. También se identifican percepciones de aumento en electrónicos y electrodomésticos (6%), así como en ropa y calzado (5%).
 

Como respuesta, los consumidores están ajustando sus estrategias de ahorro: un 31% de los mexicanos declara comprar más marcas propias o económicas, mientras que 29% compra menor cantidad. Pensando en los próximos tres meses, si los precios se mantienen elevados, casi la mitad de los encuestados (49%) planea buscar alternativas más baratas y uno de cada cuatro reducirá su consumo.
 

El impacto de los aranceles en los precios de consumo va más allá de su efecto directo en la cadena de suministro. Lo relevante no es únicamente si explican de forma directa el aumento de precios, sino que el consumidor ya está convencido de que así es. Esa percepción tiene consecuencias concretas en el mercado: más del 40 % de las personas atribuyen las alzas a los aranceles y un 31 % ya está migrando hacia marcas más baratas. Aunque las causas reales sean más complejas, las marcas no pueden ignorar este cambio de comportamiento. La gestión de precios y portafolios requiere no solo atender los factores económicos estructurales, sino también administrar la narrativa dominante, para mitigar la erosión del valor de marca y proteger los márgenes en el largo plazo.
 

La narrativa también ha dado alas a un renovado nacionalismo económico: 31% de los encuestados está “definitivamente seguro” de pagar más por productos hechos en México para apoyar la economía local y evitar aranceles; mientras que, otro 42% está dispuesto a hacerlo en algunos casos. No obstante, el precio sigue siendo el gran argumento, pues el 14% prefiere siempre lo más barato sin importar el origen y el 13% no está seguro.
 

Boicot en marcas extranjeras

Sobre los llamados boicots a marcas extranjeras, la mayoría se mantiene escéptica: el 53% admite que no ha considerado cambiar sus hábitos por esta causa, aunque un 20% lo está evaluando y otro 20% afirma que ya ha dejado de comprar alguna marca o producto.
 

El reto para las marcas es doble: por un lado, deben explicar con mayor claridad el origen de los precios para contrarrestar percepciones erróneas; por otro, no pueden subestimar el cambio de hábitos que ya está en marcha. Cerca de la mitad de los consumidores afirma que modificará su forma de comprar si los precios continúan elevados. Aunque la percepción no refleje por completo la realidad, es precisamente esa percepción la que está definiendo las decisiones de compra y, en consecuencia, transformando la dinámica competitiva del mercado.
 

En un momento donde la información viaja fragmentada y las preocupaciones económicas son cotidianas, el desafío para marcas, distribuidores y autoridades será atender no solo las cifras reales, sino también las narrativas que las moldean. Porque, al final, aunque la percepción no sea toda la verdad, es la que decide qué, cuánto y cómo se compra.

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