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Venezuela tecnológica: el sorprendente auge que está cambiando el juego

Imagina esto: en un patio abierto, bajo el sol vibrante de Caracas, miles de personas, con la energía a tope, se mueven entre charlas inspiradoras y stands de startups locales. No es un sueño, es la realidad del Startup Venezuela Summit en el Caracas Campus, un epicentro donde la innovación y el emprendimiento están redefiniendo el futuro del país. Contra todo pronóstico, esta nación, que ha enfrentado desafíos económicos enormes y un contexto complejo, está viendo nacer un ecosistema tecnológico que ya está dando mucho de qué hablar. Como dice Esteban Torbar, el visionario detrás de la cumbre, “esto apenas comienza” y Venezuela tiene el potencial de convertirse en un hub de innovación clave en América Latina.
¿Cómo es posible este renacer tech? La respuesta está en la resiliencia y el ingenio de una nueva camada de emprendedores. Lejos de las grandes ciudades tecnológicas globales, aquí se ha gestado un movimiento impulsado por la necesidad de resolver problemas cotidianos, esos que la gente vive día a día. Desde métodos de pago hasta servicios de movilidad y logística, startups como Yummy, que empezó con delivery y ahora abarca muchas áreas, o Cashea, que ha revolucionado el crédito con pagos diferidos, han “tropicalizado” soluciones globales para la realidad venezolana. La mejora en la infraestructura de internet, reformas de mercado y hasta la diáspora, que ha regresado con ideas y capital, han creado un “caldo de cultivo perfecto” para esta efervescencia. El economista Asdrúbal Oliveros destaca que tecnología y telecomunicaciones ya aportan cerca del 5% del PIB no petrolero, siendo uno de los sectores de mayor crecimiento.
Este boom no es poca cosa: se estima que hay al menos 84 startups, la mayoría fundadas desde 2020, en sectores como fintech, healthtech y SaaS. Esto se traduce en una importante generación de empleos indirectos y un cambio de mentalidad. Vicente Zavarce, CEO de Yummy, señala que los inversionistas internacionales están empezando a ver a Venezuela con otros ojos. Además, con una de las tasas de emprendimiento más altas del mundo, los venezolanos han demostrado su capacidad para iniciar negocios incluso en entornos difíciles. Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas. El acceso a financiamiento sigue siendo el talón de Aquiles. Los inversionistas locales aún están aprendiendo sobre el modelo startup, y la falta de seguridad jurídica y un mercado de valores funcional complican la atracción de capital. Las regulaciones, especialmente en el sector fintech, también pueden ser restrictivas, y el contexto de sanciones añade una capa más de complejidad.
A pesar de los obstáculos, la energía es palpable. Como comenta Carlos Inguanzo de Kurios, se está construyendo “estructura, haciendo empresa, y no ‘negocitos'”. Las startups no solo resisten, sino que crecen, contratan y exportan. Este ecosistema es un testimonio del espíritu innovador de Venezuela, donde una generación ya no se pregunta si irse, sino cómo hacer que quedarse valga la pena. Es una historia de transformación digital que demuestra que, con creatividad y empuje, incluso los desafíos más grandes pueden ser el catalizador para un futuro más prometedor.