Durante mucho tiempo, la desaparición de los neandertales ha sido un misterio cautivador de la evolución humana. Estos antiguos parientes nuestros habitaban Eurasia hasta hace unos 40,000 años, un período que también coincidió con la llegada de los Homo sapiens a la misma región. Las teorías más extendidas sugieren que los neandertales fueron reemplazados por los humanos modernos debido a una competencia directa o a cambios climáticos extremos. Sin embargo, un reciente estudio publicado en Scientific Reports sugiere que la historia de su desaparición es mucho más compleja y fascinante: puede que no hayan desaparecido del todo, sino que se integraron parcialmente en nuestros ancestros modernos.
El nuevo estudio cambia el enfoque hacia un modelo demográfico y genético, alejándose de la idea de eventos catastróficos o de una superioridad cognitiva de los Homo sapiens sobre los neandertales. A través de un modelo matemático, los investigadores proponen que nuestros ancestros no necesitaban ser más inteligentes o fuertes para “reemplazar” a los neandertales. En lugar de eso, la clave estaba en la cantidad: los Homo sapiens que emigraron de África eran numerosa y constantemente más grandes en número que los neandertales. Esto permitió una especie de mezcla genética gradual y continua cada vez que grupos de humanos modernos se encontraban con comunidades neandertales.
El impacto de esta investigación es significativo, ya que sugiere que los neandertales no fueron eliminados, sino que fueron absorbidos genéticamente. Las pequeñas pero persistentes migraciones de Homo sapiens a las tierras neandertales serían suficientes para iniciar un flujo genético que diluiría lentamente el acervo genético neandertal. Se describe como verter un vaso de agua (genes neandertales) en un océano (genes de Homo sapiens). En un lapso de 10,000 a 30,000 años, este intercambio genético habría resultado en la casi desaparición de un acervo genético neandertal distinto, mientras que su legado continúa vivo en el ADN de los humanos modernos de origen euroasiático.
Al reflexionar sobre estos hallazgos, es evidente que la noción de extinción quizás no hace justicia a lo que realmente ocurrió. En su lugar, podríamos hablar de una fusión por absorción, un proceso complejo que reconfiguró nuestros ancestros genéticos de una manera que aún se manifiesta en nuestro ADN hoy día. Este descubrimiento sirve para recordarnos que la historia evolutiva de la humanidad no es solo una saga de supervivencia del más fuerte, sino también un testimonio de cómo las especies pueden evolucionar y adaptarse en formas inesperadas.

