Alguna vez te has preguntado si realmente entiendes lo que siente tu perro al mirarlo? La ciencia ha estado indagando y descubrió algo bastante curioso al respecto. Resulta que cuando estamos felices o tristes, tenemos la tendencia a proyectar esas mismas emociones en las personas a nuestro alrededor, pero, curiosamente, no sucede lo mismo con nuestros amigos de cuatro patas. Un reciente estudio de la Universidad Estatal de Arizona nos desvela esta peculiaridad.
Los investigadores encontraron que nuestros estados emocionales tienen un efecto opuesto cuando se trata de percibir las emociones de los perros. Es decir, si estamos contentos, es más probable que veamos a nuestros perros como si estuvieran tristes. Y cuando nos encontramos en momentos bajos, percibimos a nuestros perritos como si estuvieran más alegres. Este descubrimiento resalta lo mucho que nos falta por entender el mundo emocional canino.
El estudio involucró la participación de tres adorables perros: Oliver, con 14 años, un mestizo amigable; Canyon, de un año, un energético Catahoula; y Henry, un bulldog francés de tres años, totalmente adorable. A estos peludos compañeros se les fotografió en situaciones que provocaran distintas emociones: felicidad, neutralidad, y desasosiego. Posteriormente, 300 estudiantes fueron expuestos a estas imágenes en un ambiente controlado para analizar su percepción emotiva de los perros. Aunque las imágenes incluían representaciones genuinas de las emociones de los perros, los estudiantes tendían a interpretarlas de manera opuesta basándose en su propio estado anímico.
Esta investigación no solo nos dice que somos bastante malos leyendo las emociones de nuestros perros, sino que también confirma cuánto los adoramos. Curiosamente, cada vez que los participantes del estudio eran expuestos a las fotos de estos tiernos canes, su ánimo mejoraba, independientemente de la expresión mostrada por el perro. Sin embargo, cuando se trataba de identificar exactamente lo que el perro estaba sintiendo, la mayoría de las veces fallaban.
Este estudio es un recordatorio de que, aunque llevamos milenios conviviendo con perros, aún nos queda mucho por aprender de ellos. Los investigadores planean continuar explorando este fenómeno para mejorar la comunicación entre humanos y caninos, pero mientras eso sucede, no estaría de más hacer un esfuerzo adicional para comprender mejor a nuestros peludos amigos. Después de todo, ya bastante bien se les da a ellos entendernos a nosotros.

