El bruxismo es una patología de la boca que se manifiesta por movimientos involuntarios no funcionales de la mandíbula, donde los dientes superiores entran en contacto con los inferiores, generando fricción o rechinamiento. Este padecimiento tiene dos tipos de categorías, conocido como Bruxismo Céntrico (consiste en apretar los dientes) y Bruxismo Excéntrico (los dientes se frotan entre sí) y se puede manifestar a cualquier edad e incluso en la etapa infantil.
Se ha detectado que esta patología no se identifica por parte del paciente (en la mayoría de casos) y se evidencia en la consulta de valoración o control que se lleva a cabo, donde al platicar con el paciente evidenciamos una estrecha relación con factores psicológicos (ansiedad, estrés, tensión emocional, etc.) y al realizar la exploración bucal se detecta desgaste en los dientes, chasquido articular, dolores en los músculos faciales, sensibilidad dental y en ocasiones dolor de oído y de cabeza.
El tratamiento con el paciente debe ser multidisciplinario, donde se involucra psicólogo, especialista dental y compromiso del paciente, para prevenir que la enfermedad avance y cause efectos secundarios, como la caída o desgaste de las piezas dentales. Como tratamiento se entrega una férula o guarda el cual debe estar en monitoreo por medio de citas de control y se recomienda para uso nocturno y en ocasiones durante el día.
Se debe tener en cuenta que el padecimiento no tiene cura, solo se controla, por lo que se recomienda acudir al dentista para su detección oportuna mediante las citas de control que se deben realizar como mínimo dos veces al año.