En la industria de la tecnología, las historias de amor-odio no son raras, y tal parece que Estados Unidos y TSMC protagonizan su propio drama. Este gigante taiwanés de los semiconductores es crucial para las empresas tecnológicas norteamericanas, desde NVIDIA hasta Apple, quienes dependen de sus avanzados nodos litográficos para fabricar sus productos estrella. Sin embargo, la nacionalidad extranjera de TSMC no deja de generar resquemor en las altas esferas de Estados Unidos, especialmente bajo la administración de Donald Trump.
TSMC no es solo un capricho del mercado estadounidense, es una necesidad. Aunque Intel, compañía con sede en EE. UU., compite en la misma arena, la capacidad de TSMC para innovar y producir a gran escala les ha asegurado una ventaja notable. No es fortuito que más del 60% del mercado de circuitos integrados esté bajo su dominio. Por eso, las palabras del presidente de imponer aranceles y incentivar la producción local suenan como campanas de alarma en su infraestructura taiwanesa. Sin embargo, TSMC no está lista para recibir malas noticias sin un plan de respaldo.
Ante las amenazas políticas y económicas, TSMC ha venido trabajando en expandir su presencia global, viendo en este movimiento una doble ventaja: proteger su operación si Taiwán se ve envuelto en conflictos mayores y fortalecer su posición en el mercado estadounidense. De hecho, su ambicioso proyecto de la ‘Fab 25’, una planta de vanguardia para producir chips de 1 nm, reafirma su compromiso con la innovación. Esta jugada, ubicada en Tainan, busca asegurar que, pase lo que pase, TSMC mantenga su estatus y avance a la velocidad del rayo completando este gran emprendimiento antes de que termine la década.
Parece que el verdadero desafío de TSMC es seguir fielmente a su mantra de ser líder tecnológico mientras navega por las inciertas aguas de la política internacional. Sin duda, los años venideros serán cruciales. Lo que es claro es que la estrategia más efectiva contra cualquier movimiento político desfavorable es mantener el estandarte de la tecnología de punta, asegurando así que su propuesta siga siendo irresistible tanto para las empresas de EE. UU. como para el resto del mundo.

