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Cuando la lista de especies en peligro se parece al Hotel California

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En el mundo de la conservación, existe una frase que resuena con especial fuerza: “puedes irte cuando quieras, pero nunca te podrás ir”. No, no es una nueva canción de rock, sino la descripción que el secretario del Interior, Doug Burgum, hizo de la Ley de Especies en Peligro (ESA, por sus siglas en inglés). Para Burgum, la ESA es como el mítico Hotel California de la canción de Eagles: una vez que una especie entra en la lista, prácticamente nunca sale. De hecho, se dice que 97% de las especies que entran a la lista de especies en peligro permanecen ahí, ¿La razón? Muchas voces apuntan a un enfoque excesivo en la regulación, en vez de la innovación y la búsqueda de soluciones efectivas para la recuperación de las especies.

La administración Trump ha criticado duramente la ESA, argumentando que sus regulaciones frenan el desarrollo económico, especialmente en el sector energético. Varias órdenes ejecutivas buscan modificar las regulaciones para facilitar que empresas, particularmente las de combustibles fósiles, puedan eludir las evaluaciones ambientales habituales. Sin embargo, más allá de las críticas económicas, la preocupación subyacente es si la ley realmente cumple su objetivo principal: la recuperación de la biodiversidad. Mientras que la administración actual se centra en la flexibilización de las regulaciones, muchos biólogos, grupos ambientalistas y expertos legales señalan que el problema radica en la falta de recursos para la conservación y en la inestabilidad política. A esto se suma la creciente amenaza del cambio climático y la pérdida de hábitat, que dificultan aún más la recuperación de especies ya vulnerables.

David Wilcove, profesor de ecología y biología evolutiva de la Universidad de Princeton, afirma que a menudo se espera hasta que las especies están en un estado crítico para incluirlas en la lista. Esta reacción tardía hace que su recuperación sea muchísimo más difícil y costosa. En otras palabras, la falta de acción preventiva, más que la regulación en sí, es la que perpetúa el círculo vicioso. La solución parece no estar en eliminar regulaciones o simplemente flexibilizar la ley, sino en una inversión significativa en la conservación y en la implementación de estrategias realmente efectivas que consideren tanto la protección de las especies como el crecimiento económico sostenible. Solo así podríamos empezar a ver que las especies, al igual que los huéspedes del hotel, pueden finalmente dejar atrás esas habitaciones en peligro y recuperar un espacio sano y revitalizado en nuestro planeta. Quizás entonces, la lista de especies en peligro podría dejar de parecerse a un hotel del que no se puede salir.