En un mundo donde el teletrabajo se ha vuelto la norma, Corea del Norte ha encontrado una manera peculiar de financiar su ambicioso programa nuclear. A través de una red de trabajadores con identidades falsas, infiltrándose en empresas de tecnología en Occidente, este país ha logrado generar ingresos significativos. Recientemente, gracias a la filtración de una base de datos, hemos podido conocer los detalles de esta operación.
La estrategia de Corea del Norte no es improvisada. Según investigaciones, existe una estructura bien organizada de trabajadores, divididos en grupos que operan bajo un ‘jefe maestro’. Utilizan herramientas como Slack, Google, y GitHub para coordinar sus actividades, manteniendo un registro meticuloso en hojas de cálculo de sus objetivos económicos y estratégicos.
Lo más sorprendente es cómo estos teletrabajadores consiguen empleo: adquiriendo identidades fraudulentas, principalmente de ciudadanos de países occidentales, para ser más atractivos en el mercado laboral. Pero, ¿qué pasa con el dinero? Los trabajadores, muchos de los cuales operan desde Rusia o China, pueden ganar hasta 5.000 dólares al mes. Sin embargo, el 85% de sus ingresos va directamente a Corea del Norte.
A pesar de las duras condiciones de trabajo, que incluyen jornadas de más de 14 horas al día, para muchos esto representa una mejora significativa respecto a su vida en Corea del Norte. Este sistema, junto con los ataques de hackers a criptomonedas, ha permitido al régimen acumular cientos de millones de euros anuales. Este caso nos hace reflexionar sobre los desafíos de la seguridad en el teletrabajo y cómo las fronteras digitales pueden ser explotadas para fines que van más allá de lo imaginable. Es un recordatorio de que, en la era digital, la seguridad y la verificación de identidades son más importantes que nunca.