¿Has notado que cada año hace más calor en las ciudades? Un estudio reciente del Instituto Internacional para el Medio Ambiente y el Desarrollo revela datos preocupantes: durante las últimas tres décadas, ciudades como Ciudad de México, Madrid y Buenos Aires han experimentado un incremento de hasta el 25% en días de calor extremo. Esta investigación analizó 43 de las urbes más pobladas del mundo y descubrió que el número de jornadas con temperaturas superiores a 35°C pasó de 1,062 al año entre 1994 y 2003, a 1,335 entre 2015 y 2024. Los años 2019, 2023 y 2024 fueron particularmente críticos, con 2024 marcando el récord histórico con 1,612 días de calor intenso en conjunto, un aumento del 52% respecto a 1994.
La situación es especialmente grave en ciudades como Madrid, donde los días con más de 35°C prácticamente se duplicaron, pasando de 24 a 47 entre los periodos comparados. Roma mostró la misma tendencia alarmante, aumentando de 11 a 24 jornadas extremadamente calurosas. Anna Walnycki, investigadora principal del IIED, advierte que este no es un problema que podamos solucionar simplemente con aire acondicionado, sino que requiere transformaciones profundas en el diseño de barrios y edificios, así como recuperar la naturaleza en las ciudades mediante árboles y vegetación. El cambio climático es la nueva realidad que los gobiernos ya no pueden ignorar.
Las consecuencias de este calor extremo van más allá de la simple incomodidad. La literatura científica ha demostrado que acelera el envejecimiento a nivel molecular, deteriora la salud a largo plazo y eleva el riesgo de enfermedades graves, además de afectar la salud mental y la función cognitiva. Las comunidades más vulnerables son las que sufren más, especialmente en el Sur Global donde la precariedad de vivienda e infraestructura agrava los impactos. Walnycki concluye que se requiere aumentar urgentemente la financiación para mejorar el aislamiento y ventilación de edificios, diseñar planes de enfriamiento y crear cobertura de sombra donde sea posible, porque la falta de adaptación condenará a millones de habitantes urbanos a condiciones cada vez más peligrosas.