Imagina poder cultivar células madre en un entorno donde la gravedad casi no existe. Esto es precisamente lo que está haciendo el doctor Abba Zubair, un investigador nigeriano que trabaja en la Mayo Clinic Florida, quien está revolucionando la medicina regenerativa desde la Estación Espacial Internacional. Su trabajo nos recuerda que el espacio no solo es el lugar donde exploramos el cosmos, sino también un laboratorio único que podría transformar la forma en que tratamos enfermedades aquí en la Tierra. La microgravedad, ese estado de caída libre continua que experimentan los astronautas, resulta ser el escenario perfecto para estudiar cómo se comportan las células sin la influencia constante de la fuerza gravitatoria que conocemos.
En conversación con WIRED durante el Summit 2025, el doctor Zubair explicó que no todas las células madre responden igual en el espacio. Mientras las células madre adherentes no proliferan más rápido, sí experimentan cambios significativos en su funcionalidad. Por ejemplo, las células madre mesenquimales, responsables de generar hueso, grasa y cartílago, se vuelven más inmunosupresoras en microgravedad. Esto abre posibilidades terapéuticas fascinantes, aunque replicar exactamente estas condiciones en la Tierra sigue siendo un desafío. Los equipos de simulación disponibles requieren fluidos para crear flotabilidad, lo que no es exactamente igual a la microgravedad real de la EEI.
Los riesgos para la salud en el espacio son otro aspecto crucial de esta investigación. El doctor Zubair destacó el síndrome neuro-ocular asociado al vuelo espacial como la preocupación más urgente, ya que puede afectar la visión e incluso causar ceguera. Pero quizás lo más sorprendente es la pérdida ósea: los astronautas pierden entre 1% y 2% de masa ósea mensual en huesos como la columna, fémur y tibia, a pesar del ejercicio riguroso. Estos hallazgos no solo son vitales para la exploración espacial futura, incluyendo misiones a Marte, sino que también tienen aplicaciones directas para condiciones terrestres como la osteoporosis en mujeres posmenopáusicas.
Lo más esperanzador de esta investigación es su potencial para revolucionar la medicina regenerativa. Si las células cultivadas en el espacio resultan ser más potentes o pueden producirse más rápidamente, podrían utilizarse en tratamientos más efectivos. Aunque actualmente parece costoso cultivar células en el espacio y traerlas de vuelta, el doctor Zubair compara esta situación con el Proyecto Genoma Humano: lo que comenzó como una inversión millonaria hoy permite secuenciar genomas por solo mil dólares. Este trabajo pionero nos muestra que la frontera final no está solo en las estrellas, sino también en comprender y mejorar la vida humana aquí en nuestro planeta.

