En la era de la inteligencia artificial, crear contenido nunca había sido tan fácil. Sin embargo, este poder asombroso tiene un lado oscuro, ya que nos enfrentamos a un nuevo fenómeno en los entornos laborales llamado ‘workslop’: contenido generado por IA que es impecable en apariencia pero vacío en sustancia.
La tecnología de IA ha permitido que las empresas generen grandes cantidades de contenido en minutos, un trabajo que antes tomaba horas a seres humanos. Sin embargo, este contenido resulta poco beneficioso si carece de profundidad y significado. Así lo han demostrado estudios del MIT Media Lab y McKinsey, que revelan la frustración de organizaciones que no ven retornos tangibles en sus inversiones en tecnologías de IA.
Este fenómeno de ‘workslop’ nos deja pensando en cómo medimos la calidad de nuestro trabajo. Muchos trabajadores reportan recibir documentos que, aunque estéticamente perfectos, dejan mucho que desear en cuanto a claridad y entendimiento. En este contexto, los esfuerzos que antes se encargaban de clarificar y estructurar contenido se delegan a la inteligencia artificial, dejando al receptor la pesada tarea de descifrar e inferir lo que realmente se quiere comunicar.
La problemática no solo implica una baja en la productividad. También afecta la confianza en los medios de comunicación y en documentos laborales. Cada vez más personas dudan de la autenticidad e intencionalidad de los contenidos que consumen y crean. Esto destaca un nuevo desafío: no basta con producir contenido; hay que crear significado y claridad.
En este nuevo entorno digital, la verdadera habilidad no se mide por la cantidad de contenido que podemos generar, sino por la calidad de la comunicación y el significado que logramos transmitir. En un mundo saturado de información, el entendimiento genuino es un recurso valioso y raro. Es hora de preguntarnos: ¿qué vale la pena decir y estamos realmente comunicándolo?

