El comercio internacional enfrenta un nuevo desafío tras la decisión del gobierno de Donald Trump de eliminar una exención arancelaria histórica. México se ha sumado a la lista de países que han optado por suspender temporalmente sus servicios postales hacia Estados Unidos, medida que afecta no solo a paquetes comerciales sino incluso a correspondencia personal. Esta situación refleja cómo las políticas comerciales pueden impactar directamente en la vida cotidiana de las personas y en las operaciones de pequeñas empresas que dependen del comercio transfronterizo.
La medida estadounidense pone fin a la exención ‘de minimis’, vigente desde 1930, que permitía el envío de paquetes con valor inferior a 800 dólares sin pagar impuestos de importación. Según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE. UU., en el año fiscal 2024 se registraron aproximadamente 1,360 millones de envíos bajo esta categoría, con un valor total de 64,600 millones de dólares. Los principales afectados son particulares y pequeñas empresas que aprovechaban este beneficio para realizar compras internacionales, así como compañías de e-commerce que operan bajo modelos de venta directa al consumidor.
La suspensión mexicana, efectiva desde el 27 de agosto de 2025, responde a la falta de claridad en los nuevos procedimientos arancelarios. Como explicó la presidenta Claudia Sheinbaum, ‘estamos esperando a que emitan los lineamientos el gobierno de los Estados Unidos para reiniciar las exportaciones’. La Secretaría de Relaciones Exteriores y el Servicio Postal Mexicano mantienen diálogo con autoridades estadounidenses y organismos postales internacionales para definir mecanismos que permitan reanudar los servicios de manera ordenada, brindando certeza a los usuarios y evitando contratiempos en la entrega de mercancías.
Este caso demuestra cómo las decisiones políticas en materia comercial pueden tener efectos cascada en la conectividad global y el comercio electrónico. Mientras se resuelven estos desafíos logísticos y fiscales, tanto consumidores como empresas deberán adaptarse a nuevas realidades en el comercio internacional, buscando alternativas que mantengan la fluidez en los intercambios comerciales sin sacrificar la seguridad jurídica y operativa.