China se prepara para uno de los eventos militares más significativos de los últimos años, donde no solo conmemorará el 80° aniversario de la victoria sobre Japón en la Segunda Guerra Mundial, sino que enviará un mensaje contundente al mundo sobre su capacidad bélica de última generación. El próximo 3 de septiembre, en la emblemática plaza de Tiananmen, el presidente Xi Jinping presidirá un espectacular desfile de 70 minutos que reunirá a más de 10,000 soldados, 100 aeronaves y cientos de vehículos terrestres. Aunque el tema oficial es la celebración de la paz y la justicia internacional, el verdadero propósito será demostrar la capacidad del Ejército Popular de Liberación para librar guerras en los nuevos dominios estratégicos: ciberespacio, espacio exterior y guerra electrónica e hipersónica.
Entre las armas más esperadas destacan los nuevos misiles antibuque de la serie YJ (YJ-15, YJ-17, YJ-19 y YJ-20), diseñados específicamente para neutralizar grandes unidades navales estadounidenses, especialmente portaaviones. Estos sistemas representan un salto cualitativo al combinar sigilo, velocidad hipersónica (Mach 4-6) e inteligencia artificial, con capacidad para evadir sistemas antimisiles y alcance de varios cientos de kilómetros. Su versatilidad de lanzamiento desde aviones, buques, submarinos y plataformas terrestres móviles incrementa significativamente la capacidad de saturación contra flotas enemigas, enviando un mensaje claro: los portaaviones ya no son intocables y el Pacífico ya no es un ‘mar estadounidense’.
China también exhibirá sistemas móviles de misiles balísticos como el DF-31AG (alcance de más de 11,000 km) y el DF-41 (12,000-15,000 km con hasta 10 ojivas MIRV), diseñados para garantizar segundos ataques en caso de conflicto nuclear. Pero quizás lo más innovador será el debut del FH-97, el primer dron letal sigiloso declarado listo para el combate, capaz de operar en sinergia con cazas tripulados como el J-20. Este avión no tripulado, equipado con inteligencia artificial, bodegas internas para armamento y sistemas de guerra electrónica, posicionaría a China como el primer país del mundo en tener un dron furtivo gregario operativo, superando incluso a Estados Unidos y Australia en esta tecnología.
El desfile también incluirá sistemas de guerra electrónica y armas de energía dirigida que, aunque menos visibles, son potencialmente revolucionarias. Estas herramientas silenciosas pueden cegar radares y sistemas de comunicación enemigos, neutralizar drones y misiles en vuelo, y proteger a las fuerzas chinas de ataques cibernéticos y espaciales. La inversión de China en estos sistemas refleja su convicción de que los conflictos futuros se ganarán mediante la superioridad en información e inteligencia. El mensaje final es claro: Pekín no solo ha alcanzado a Occidente tecnológicamente, sino que en algunos aspectos aspira a superarlo, redefiniendo el equilibrio de poder global en el siglo XXI.