En el noreste de Francia, una comunidad neolítica tuvo un encuentro nada amigable con invasores. Un nuevo estudio publicado en la revista Science Advances revela un hallazgo escalofriante: los restos óseos muestran que los habitantes locales se llevaron trofeos bastante macabros de sus enemigos. Parece que cortar extremidades y maltratar a los prisioneros de guerra era algo común en estas luchas. ¡Qué barbaridad! Este descubrimiento pone en entredicho las ideas que teníamos sobre la violencia prehistórica, ya que sugiere que no siempre era indiscriminada o solo por motivos prácticos, sino que se mezclaban cuestiones de poder, simbolismo y una buena dosis de brutalidad.
El estudio se centró en restos humanos de dos pozos circulares en los sitios de Achenheim y Bergheim, en Alsacia. Los investigadores, liderados por la arqueóloga Teresa Fernández-Crespo de la Universidad de Valladolid, analizaron los huesos y encontraron muchos indicios de violencia extrema. Fracturas de cráneo sin cicatrizar, un patrón de lesiones que indica un exceso de violencia (¡demasiada, vaya!), y sobre todo, ¡muchas extremidades superiores izquierdas cortadas! Otros esqueletos no tenían heridas y parecían haber recibido un entierro tradicional. ¿Será que había una selección de víctimas, o quizás algún tipo de ritual de guerra? Las preguntas sobre el significado de estos actos violentos siguen abiertas, lo que nos invita a imaginar cómo vivían, combatían y morían estas comunidades neolíticas. El estudio también menciona otras evidencias de violencia en la región, incluyendo fortificaciones y grandes asentamientos, y parece que esa época fue de muchos cambios culturales y conflictos armados en el Valle del Alto Rin.
Este descubrimiento no es un caso aislado. Ya se han encontrado evidencias de canibalismo en cuevas españolas, como las de El Mirador, donde los restos humanos mostraban marcas de cortes, raspaduras, quemaduras y hasta marcas de dientes. Aunque es impactante, este tipo de hallazgos nos ayudan a comprender la complejidad de la vida en el Neolítico. Lejos de la imagen romántica de una vida simple y pacífica, la historia nos muestra un pasado mucho más violento y sofisticado de lo que podríamos imaginar. Estos descubrimientos plantean preguntas fascinantes acerca de la organización social, las creencias y las prácticas bélicas de nuestros antepasados, empujándonos a replantear la manera en que vemos la violencia en el pasado y su relación con los sistemas culturales y sociales de la época. Es un recordatorio de que la historia siempre tiene más de una cara, y que incluso en los periodos más antiguos, la complejidad humana estaba presente en todos sus matices, incluyendo la brutalidad.
En resumen, el hallazgo de estos trofeos macabros nos deja con una imagen mucho más brutal y compleja del Neolítico. Nos recuerda que el pasado no es tan diferente a nuestro presente como podríamos pensar y nos invita a seguir explorando, con precaución y respeto, las historias que se esconden bajo la tierra.

